Vuelve el otoño al paisaje... y a cada uno de nosotros. Se renueva la naturaleza mediante su ocaso. Ahí siguen el serbal y las hayas y la corriente. Baja el fotógrafo a su encuentro y lo hace para confirmar de nuevo el mismo discurso de siempre, el de la renovación. Por repetitivo que parezca, año tras año, otoño tras otoño, en cada toma se da la constatación de que el ciclo de la vida continúa de modo perenne precisamente a través de su cíclica caducidad. Ayer nació Araide. Ya no es quien fue ayer. Comenzó su transformación entre nosotros. Inició su recorrido de constante mutación para permanecer eternamente. ¡Bienvenida al jolgorio de la vida, Araide! ¡Bienvenida a este otoño diario que es vivir!
El comentario se revisará antes de publicarlo.